Santa Cruz, Mi Vuelo Eres Tú
(Verso 1)
Entre la brisa que susurra secretos al pasar,
el Suso ríe en la higuera, sin prisa por bajar.
El Picaflor bebe el tiempo de un reloj de flor en flor,
mientras la Chaicita teje su canción con voz de amor.
(Verso 2)
El Piyo cruza el pajonal, sueña con nubes de algodón,
y el Tiluchi, arquitecto, dibuja su corazón.
En cada trino que nace, en cada hoja que se mece,
mi alma descalza camina… y la tierra me conoce.
(Pre-Coro)
Las alas escriben versos en el viento con color,
y entre raíces y plumas late un amor que es mayor.
(Coro)
Y en cada aleteo de golondrina al amanecer,
hay un cuento sin fronteras, un latido que crecer.
Con el tambor del Carpintero marcando mi respirar,
y el Tangará en su baile… mi esencia vuelve a volar.
Santa Cruz, mi alma entera,
eres nido, eres verdad,
cada pájaro en tu cielo
es un beso de eternidad.
(Verso 3)
Vi al Sucha limpiando el aire, oficio de luz y paz,
mientras el Sayubú borda sueños en el atardecer.
Los Loros cuentan chismes con acento de maizal,
y la Paraba en su grito guarda un mundo por salvar.
(Verso 4)
El Socori grita heridas que el viento intentó curar,
el Tucán con su pincel pinta sueños al pasar.
Las Garzas, espejos quietos, reflejan mi propio andar…
¿Será que vuelvo a casa o que aprendí a despegar?
(Puente / Bridge)
Como el Hornero que junta barro y fe,
yo amaso esperanzas con tu nombre en la piel.
Somos hijos del monte, del río y su canción,
pero también del llanto que saneó el algodón.
En cada ala rota que aprende a remontar,
aprendí que volar es también soltar.
(Coro Final)
Y en cada aleteo de golondrina al amanecer,
no hay distancia ni olvido… solo el amor que es.
Con el Carpintero grabando su firma en mi voz,
y el Tangará diciendo: «Aquí, el tiempo es amor».
Santa Cruz, mi sangre canta,
tu tierra es mi libertad,
cada pájaro en tu cielo
me devuelve la humanidad.
(Outro – Susurrado)
Santa Cruz…
no hay raíz ni horizonte
que no lleve tu luz.
Mi vuelo…
eras tú.
Santa Cruz, Mi Vuelo Eres Tú
Entre la brisa que susurra secretos al pasar,
el Suso ríe en la higuera, sin prisa por bajar.
El Picaflor bebe el tiempo de un reloj de flor en flor,
mientras la Chaicita teje su canción con voz de amor.
El Piyo cruza el pajonal, sueña con nubes de algodón,
y el Tiluchi, arquitecto, dibuja su corazón.
En cada trino que nace, en cada hoja que se mece,
mi alma descalza camina… y la tierra me conoce.
Las alas escriben versos en el viento con color,
y entre raíces y plumas late un amor que es mayor.
Y en cada aleteo de golondrina al amanecer,
hay un cuento sin fronteras, un latido que crecer.
Con el tambor del Carpintero marcando mi respirar,
y el Tangará en su baile… mi esencia vuelve a volar.
Santa Cruz, mi alma entera,
eres nido, eres verdad,
cada pájaro en tu cielo
es un beso de eternidad.
Vi al Sucha limpiando el aire, oficio de luz y paz,
mientras el Sayubú borda sueños en el atardecer.
Los Loros cuentan chismes con acento de maizal,
y la Paraba en su grito guarda un mundo por salvar.
El Socori grita heridas que el viento intentó curar,
el Tucán con su pincel pinta sueños al pasar.
Las Garzas, espejos quietos, reflejan mi propio andar…
¿Será que vuelvo a casa o que aprendí a despegar?
Como el Hornero que junta barro y fe,
yo amaso esperanzas con tu nombre en la piel.
Somos hijos del monte, del río y su canción,
pero también del llanto que saneó el algodón.
En cada ala rota que aprende a remontar,
aprendí que volar es también soltar.
Y en cada aleteo de golondrina al amanecer,
no hay distancia ni olvido… solo el amor que es.
Con el Carpintero grabando su firma en mi voz,
y el Tangará diciendo: «Aquí, el tiempo es amor».
Santa Cruz, mi sangre canta,
tu tierra es mi libertad,
cada pájaro en tu cielo
me devuelve la humanidad.
Santa Cruz…
no hay raíz ni horizonte
que no lleve tu luz.
Mi vuelo…
eras tú.